jueves, 2 de abril de 2015

RECONCILIÁNDONOS


       Reconciliándonos con:



     Recordando parte de lo comentado en el libro “La Biblia y los sueños” sobre el capítulo de Génesis 22, referente a los tipos de cultos irracionales y salvajes vigentes en la época de Abraham, en los que se sacrificaban multitud de personas sin piedad sobre los Zigurat o templos piramidales, y lo más terrible de todo: el sacrificio de los hijos primogénitos con métodos crueles en extremo, como ponerlos en los brazos incandescentes del dios Moloc.  
    Se nos narra en la historia bíblica de Génesis 22, que Abraham influenciado por estas costumbres intentó sacrificar a su hijo Isaac. Dios evitó ese sacrificio sustituyéndolo por un carnero, mostrando claramente, en este episodio, la forma, el medio para el cumplimiento de uno de los más importantes propósitos Divinos a fin de bendecir a todas las naciones de la tierra; para evitar sustituir el cruel e inhumano sacrificio de los hijos primogénitos por un carnero con el propósito de apartar a las naciones de esas formas rituales y cultuales tan sanguinarias, despiadadas, oscuras, crueles, primitivas y violentas.
A algunos lectores esto les parecerá poca cosa, porque a nivel cultural y social, estos hechos y formas de vida de  aquella época nos quedan muy lejos en el tiempo, perdidos en los acontecimientos y vericuetos de la historia. Uno de los misterios encerrados y/o comprendidos en el sacrificio de la cruz entre otros (hay muchos), es precisamente este: que Dios entrega a su hijo unigénito para que los hombres no sacrifiquen más a los suyos (en los días de Jesucristo todavía estaban vigentes estos sacrificios en algunos pueblos del mediterráneo). Para los creyentes lo digo… aparte de lo expresado por Jesús en Juan 3,14-16 y que hace referencia al acontecimiento narrado en Números 21,8-9: Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el hijo del hombre sea levantado, para que todo aquel que en Él crea, no se pierda sino que tenga vida eterna…
El sacrificio de la Santa Cena o Eucaristía, comer su carne y beber su sangre, hace referencia al maná que los israelitas comían en el desierto, presentándose Jesús a sí mismo como el verdadero Pan del Cielo, pero, también hace referencia a un rito pagano que se practicaba en la guerra, en la creencia de que un enemigo poderoso vencido, al comer el vencedor su carne y beber su sangre, adquiría la fuerza y el poder de este y los sumaba a la suya; práctica esta también vigente en los tiempos de Jesús. Por ello, fueron acusados los cristianos de canibalismo en el imperio romano, ya que en la celebración Eucarística o de la Santa Cena, comían el cuerpo y la sangre de Cristo.
Los brazos abiertos de Cristo en la cruz, y el simbolismo de esta, pareciera que están diciendo: ¡¡basta ya de violencia, brutalidades, razonamientos acusatorios, religiones y enfrentamientos!!  Vemos que la barbarie no se erradica fácilmente de nuestras sociedades.
Recordemos por último que Cristo no vino a reconciliar solamente a la religión judía con Dios el Padre, sino que vino a cumplir la ley (hay dos formas de finalizar un contrato, quebrantando su compromiso o por el cumplimiento, caducidad y finiquito del mismo); no vino Jesús a romper con el compromiso, sino a cumplirlo y a reconciliar al mundo, no a una religión, filosofía o grupo social determinado, sino al mundo, a todo el mundo con Dios.
En el mundo se encontraban estas prácticas pseudorreligiosas, que hemos mencionado, a las que Cristo parece querer incluir en su gesto reconciliador. Sin embargo, uno de los mensajes más bellos del sacrificio de Cristo en la cruz es el que se desprende de los brazos abiertos, en un gesto de entrega sin reproches, a pesar del sufrimiento, las injusticias cometidas con Él, el olvido de los favores realizados a sus conciudadanos más humildes, los celos y envidias de los religiosos de su tiempo, los intereses y la ambición de los políticos, y la violencia de los que la practican gratuitamente; en definitiva, la barbarie sin razón de la sociedad en que vivió, tal como sucede en algunos sectores de nuestra sociedad actual. Todavía hoy seguimos derramando sangre inocente, todavía seguimos conviviendo con los mismos celos y envidias, los mismos intereses y ambiciones, las mismas corrupciones políticas, idénticas faltas y errores, la misma violencia y atropellando a los más débiles. En medio de todo este caos, en medio de toda esta confusión, todavía se levanta la Cruz con los brazos abiertos y un grito aterrador diciendo a los cainitas: «¡¡¡¡¡¡Basta ya!!!!!! ¿No os cansáis de derramar sangre? ¿No os cansáis de vuestras ambiciones desmesuradas? ¿No os cansan vuestras envidias, celos y pleitos? ¿A dónde iremos? ¿A quién recurriremos?». Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así se levantó al hijo de Dios para que todo aquel que le mire y crea en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna y alcance la paz que conlleva entrar en su descanso. (Juan 3,14-16).
Han cambiado las formas pero las fuerzas internas que nos mueven siguen siendo las mismas, la envidia es la misma hoy que la de hace tres mil años, el odio es el mismo y el Amor también, pueden cambiar los objetos, las formas, las circunstancias o los motivos, pero las cualidades y defectos que conforman nuestra personalidad siguen siendo idénticos hoy que los de hace tres mil años.   ¡¡La fe en Cristo salva!!
Este es uno de los mensajes que nos recuerda la pasión de Cristo en estas fechas.  ¡¡Un abrazo en Él!!

Alfredo Manzano



miércoles, 1 de abril de 2015

EL SUEÑO DE JERÓNIMO

Sueño de Jerónimo





    Jerónimo era un joven canadiense que vino como misionero evangélico a España..., alto, rubio y de buen parecer.  Fue de los primeros misioneros que vinieron después de la posguerra a España, hoy seguramente tendrá alrededor de 75 años, se instaló en la provincia de Murcia en unos pueblos de cuyo nombre no viene a cuento acordarse.  A Jerónimo le costaba mucho entender las costumbres y tradiciones de las gentes de la comarca en la que se había instalado, sobre todo le costaba sobrellevar las tradiciones un tanto folclóricas, y para el idolatras, de las procesiones religiosas.  Sufría y se indignaba mucho por ello hasta el punto de que un día decidió increpar a los participantes en ellas, exhortándoles a que buscaran al Dios vivo y no siguieran detrás de imágenes que son obras de hombres y no dioses, que tienen ojos pero no ven y oídos y no oyen (Sal 135:15-18) 
        
    Un día en una procesión dijo algo a los participantes que no les gustó, y cansados de que les increpara y ridiculizara su fe, estos enfadados le agredieron.  Jerónimo, dolorido y frustrado porque no podía convencerlos de su error, al llegar a casa esa noche, su joven y guapa esposa le consolaba para que se relajara y pudiera dormir, y cuando se durmió tuvo un sueño. 
    
    En las representaciones oníricas  de su visión  nocturna, vio un perro hambriento y esquelético al que se le marcaban los huesos de las costillas,  mientras roía un hueso seco y duro. Entonces en su sueño escuchó una voz que le decía: Jerónimo, ¡quítale el hueso al perro! A lo que Jerónimo respondió; me morderá, está hambriento. Sin embargo intentó quitar el hueso al perro, pero éste, con gesto agresivo, le enseñó sus caninos y le lanzo una mordida sin llegar a alcanzarle la mano. Por segunda vez, vio una mano que le ofrecía un chuletón de ternera, la voz le dijo: dáselo al perro, verás cómo dejara el hueso, y Jerónimo así lo hizo; el animal se lanzó con desesperación al chuletón de ternera, al tiempo que esa voz le decía nuevamente a Jerónimo, ¡coge ahora el hueso!... Jerónimo pudo retirar el hueso al perro sin que este apenas se percatara de ello.  
    
    Cuando Jerónimo despertó de su sueño, impresionado meditaba sobre ello, y luego de comentarlo entre algunos allegados entendió claramente el mensaje que se le transmitía; rectificar su conducta y actitud frente a las cofradías de procesionarios.  
    
    Es muy difícil dejar lo único que tienes por malo que sea, cuando no tienes algo mejor que lo sustituya. Después de esta revelación el Señor le dio paciencia y gracia para hablar con las gentes y muchos entendieron la vanidad folclórica aunque suntuosa de las procesiones, y se convirtieron en seguidores de Cristo.  A partir de ese momento Jerónimo empezó a tener amigos y simpatizantes entre los vecinos de esos pueblos y llegó a fundar varias iglesias evangélicas en la región.
    
    Vemos por un lado que los sueños son claros y contundentes en su mensaje cuando llegamos a entenderlos, pero vemos así mismo que el parecido y simbolismo de las imágenes con la historia que vivimos en la realidad no se parecen en nada, motivo este por el que nos cuesta relacionar lo que soñamos, con la realidad que vivimos cotidianamente. como dice Watchman Nee el hombre de afuera no comprende al hombre de mas adentro. Dicho de otra forma nuestra conciencia cotidiana, o externa (en sicología no se re conoce otra; lo cual no implica que no la haya), no entiende las vivencias del estado profundo del alma cuya manifestación mas intrínseca son los sueños. 

    Sin embargo el mensaje virtual y los principios que se nos revelan en ellos son los mismos que vivimos en nuestra realidad cotidiana, aunque las imágenes que proceden de adentro y las que vivimos en el mundo exterior difieran mucho, los principios, la sustancia o esencia de la actitud que debemos corregir son idénticas.  

    Si queremos entender los mensajes de los sueños, aunque las formas y las circunstancias vividas en ellos no se parezcan, a las que nosotros vivimos en la realidad, sin embargo contienen la misma sustancia, el mismo principio. Y, es el siguiente; no le puedes quitar la muleta al cojo sino le proporcionas una silla de ruedas, o le sanas la pierna,  sino se enfadará y le lastimarás... Para la mucha hambre no hay hueso duro.

www.labibliaylossueños.com

 Alfredo Manzano.


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