Génesis 40:8: «Hemos tenido un sueño y no
hay quien lo interprete». José les dijo: «¿No son de
Dios las interpretaciones?
Contádmelo ahora». Entonces el jefe
de los coperos contó su sueño a
José, y le dijo…
Repetimos
una vez más que los sueños no son una mancia o arte adivinatoria; ellos son un lenguaje,
son el lenguaje del espíritu
y, como hay quien
tiene cierta habilidad o gracia para aprender
los idiomas, así hay quien tiene cierta gracia o habilidad para leer
el lenguaje de los sueños.
Y sobre todo el que es nacido del
espíritu, este es como el nativo que entiende bien su lengua vernácula,
por haber nacido
en el país donde se habla. Sin embargo, aunque alguien conozca bien su lengua
materna, esta contiene términos técnicos, como pueden ser los
de medicina, o cualquier
otra rama de las ciencias
o las artes; de forma que aunque sea
una persona nativa, por desconocer estas especialidades o disciplinas, no dominará
el léxico, argot o jerga dialéctica de ese ámbito profesional o
social que le resultará un tanto desconocido.
¿Por qué
subrayamos esto? Muy sencillo, porque
el lenguaje
de los
sueños es personal e intransferible del sujeto que
los sueña;
ellos encierran entre otras
cosas ciertos matices que hacen
referencia a la profesión
y condición social del soñador. Es decir que, si uno es
panadero, le hablará de
acuerdo con los elementos y herramientas con las que
él se
desenvuelve y mejor se entiende; si
otro es mecánico, informático,
o cualquier otra rama de las
ciencias, las artes o los oficios,
los
sueños se ajustarán a la condición
del individuo para hacerle
entender un mensaje que normalmente
nada tiene que ver con su profesión
(cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia); es como las palabras, que tienen poco valor en
sí mismas
si no
expresan una idea, un concepto,
una realidad
en el conjunto
de la oración y el contexto
de la conversación. Los
símbolos de la profesión
y el uso de las cosas
más frecuentes
o habituales e impresiones más recientes del soñador
son los
elementos que
los sueños
utilizan para comunicar un mensaje
que normalmente, salvo algunas
excepciones, suelen hacer referencia a la conducta de índole
moral, ética y de la relación
social de su entorno. Los
sueños utilizan los
elementos con los que la
persona se relaciona en su
vida profesional, así como las
vivencias más recientes con la finalidad de que el soñador entienda mejor el
mensaje. Este es el caso de los sueños del copero y el panadero
de Faraón: «Hemos tenido un sueño y no hay quien lo interprete». José les dijo: «¿No son de Dios las interpretaciones?
Contádmelo ahora». Entonces el jefe de los coperos contó su sueño a José, y le
dijo… (Génesis
40:8).
El carácter
profesional, vocacional y social, a la vez que el carisma que el creador
ha impreso en el soñador, deben
ajustarse y estar a su vez en máxima armonía con su personalidad y el
entorno social en el que vive para que los sueños no resulten ser una
pesadilla.
En una
ocasión un conocido me contó una pesadilla y,
con cierta ironía y tono jocoso, me dijo: «¿Qué interpretación puede tener eso? Esto solamente es
resultado de que al mediodía me excedí sobremanera en la comida… Esa es la causa de mi pesadilla. No podía
dormir bien porque me costaba hacer la digestión, por lo tanto no tiene ningún
mensaje que se pueda someter a interpretación». «No hay nada que interpretar
—le dije—, es demasiado evidente…».
Cervantes en boca de Don Quijote
dice algo al respecto:
«Come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se
fragua en la oficina del estómago». O este otro refrán popular: «De grandes comilonas y abundantes cenas
están las sepulturas llenas». Esta pesadilla te
advierte que, como no te cuides en tus excesos con las comidas, estás corriendo
un serio riesgo. Evidentemente la pesadilla contiene un mensaje de corrección
de la conducta gastronómica o glotonería.
En otra
ocasión un líder de nuestra Iglesia, de profesión
electromecánico (a día de hoy fallecido), tuvo un sueño en el que se vio cuidando una máquina de enormes dimensiones, y un engranaje de la misma se dislocaba a causa de una tuerca
que se aflojaba; en esto vio una mano que sujetaba una llave inglesa, al tiempo que una voz le decía: «Si no apretamos esa tuerca, la máquina se
romperá y paralizará la producción y la buena marcha de la empresa». Él vio cómo esa mano con la llave apretaba
y ajustaba la tuerca; al tiempo sentía cómo una conducta de su mente que le
producía inquietud se reorientaba en la actitud correcta. Esto sucedió en un
tiempo cuando la Iglesia estaba pensando en extender la obra misionera a
Europa, algo a lo que él como miembro del consejo de la Iglesia se oponía y
resistía con gran obstinación. En este sueño él entendió que, como pieza o engranaje clave en la Iglesia, Dios le reprendía
por su resistencia al proyecto de extender la obra misionera, algo en
lo que Dios estaba interesado. Esto es un ejemplo de hoy, para mostrar que los sueños usan los elementos
de nuestra profesión, las cosas que nos son familiares y cotidianas para
hablarnos, corregir nuestra conducta y ajustarlas
al plan de Dios, tal como
sucede con los sueños del panadero y el copero de Faraón,
que les habló a través de
la profesión que cada uno desempeñaba en palacio y que José interpretó tan certeramente.
¿De
dónde procede la capacidad de interpretar los
sueños?
Génesis
40:,8: «¿No son de Dios las interpretaciones? Contádmelo ahora». Entonces el
jefe de los coperos contó su sueño a
José, y le dijo…
Génesis
41:8: Sucedió que por la mañana estaba
agitado su espíritu, y envió e hizo llamar a todos los magos de Egipto, y a
todos sus sabios; y les contó Faraón sus sueños, más no había quien los pudiese
interpretar a Faraón.
Génesis
41:15-16: …quien le dijo: «Tuve un sueño que nadie ha podido interpretar.
Pero me he enterado de que, cuando
tú oyes un sueño, eres capaz de
interpretarlo».
«No soy yo quien puede hacerlo —respondió
José—, sino que es Dios quien le dará a Faraón una respuesta favorable».
Una de las
cualidades más notables de José fue
su capacidad de soñar e interpretar los sueños de otras personas; este era un
Don que Dios le había concedido, mediante
el cual le revelaba en los momentos que lo requería
él significado de los sueños. Por lo tanto la interpretación real de los
sueños (no las supuestas), según nos señalan los textos bíblicos expuestos,
viene de Dios. Quizás por eso hay tan poca gente que lo haga, y quizás sea
mejor así, porque de esta forma no surgirán de las lúgubres esquinas y oscuras calles de la vida los
imitadores y usurpadores de esta cualidad. Como señal para los que aman y
buscan la verdad, a los valientes, que no violentos, para aquellos que no
repelen la corrección, ni los consejos, sino que los reciben con humildad
y los usan como medio de rectificación, siempre encontrarán la guía adecuada en los sueños
y no serán fácilmente seducidos por sujetos que cuentan
solo sueños que les gustaría
soñar y realizar, y no tanto aquellos
que les ayudan
a rectificar su conducta. A los
que les gusta que les regalen el oído y que les digan lo que les apetece escuchar, serán
fácil presa de adivinadores, falsos
profetas y falsos interpretadores de sueños, y estos vivirán
muy bien a su costa.
Es curioso
que en el mundo de la psicología y la psiquiatría no se haya avanzado más en el
uso de las representaciones oníricas como método de analizar la personalidad de
sus pacientes, siendo un medio tan eficaz para ello. Sin embargo, sí se ha avanzado
mucho en las patologías del sueño, como el insomnio, la apnea, narcolepsia,
parálisis del sueño, bruxismo nocturno, etc., sin que se llegue a saber bien en
algunas de ellas las causas que las originan; no obstante conocemos cómo varios
medicamentos e instrumentos médicos consiguen aliviar, paliar y mejorar la
calidad de vida de los que sufren estas patologías. Haría falta mucho tiempo para desarrollar este tema, que sería muy extenso y requeriría
un tratado aparte, para el que además no estoy cualificado; pero sí diré, por
lo que he ido observando, que la gran mayoría de las patologías del sueño
tienen que ver con problemas psíquicos. Aunque la actitud psíquica de una
persona llega a incidir en el físico, asimismo la condición física incide en el
comportamiento psicológico de la persona; vamos, la pescadilla que se muerde
la cola. Por lo tanto hay gran dificultad en diferenciar un origen de otro y,
consultando a distintos especialistas, cada uno se inclinará por diferente
tendencia. Mens sana in corpore sano.
Daniel 2:19:
Entonces el misterio le fue revelado a Daniel en una visión de noche,
por lo cual Daniel bendijo al Dios de los cielos.
Daniel 2:20: Daniel habló y dijo: «¡Sea bendito el Nombre de
Dios desde la eternidad hasta la eternidad! Porque suyos son la
sabiduría y el poder».
Nabucodonosor, rey de Babilonia, tuvo un sueño que no
quiso contar a sus magos y adivinos y les amenazó de muerte si no
conseguían adivinarlo. Se enteró Daniel
de lo sucedido y solicitó al rey un plazo
para declararle lo que soñó,
siempre confiando en
que su Dios le revelaría lo que el rey había soñado y su interpretación; así
fue posteriormente, Dios le mostró a Daniel paradójicamente en un sueño lo que Nabucodonosor había soñado y la interpretación del mismo.
Por lo tanto, Dios se lo reveló a Daniel en otro sueño
o visión nocturna, no lo adivinó; no usó magia ni
adivinación, sino auténtica y genuina revelación.
Un abismo llama a otro abismo a la voz de
tus cascadas, oh Dios… (Salmo 42:8). Un misterio declara
otro misterio, un sueño
declara otro sueño en visión
de noche, es decir, en un sueño Dios declara a Daniel el sueño
de Nabucodonosor y su interpretación.
En estos
casos extremos, vemos cómo es Dios el que revela los misterios manifestados en
los sueños a sus siervos los profetas, lo que los sabios y conocedores de los símbolos en Caldea y Babilonia no podían descifrar. Nabucodonosor sabía que los sabios de
su corte, en cuanto a la
interpretación de los sueños se refiere, con relativa
frecuencia se las suponían o inventaban, por eso en esta ocasión se enojó y no les
contó su sueño, amenazándoles de
muerte si no conseguían saber lo que soñó, que no su interpretación.
Conociendo
al soñador, a veces es posible conocer por lo menos en parte lo que puede soñar. Les contaré
como ejemplo la experiencia
que tuve con una amiga, que decidió contarme un sueño para
ver si podía ayudarla; pero al contarme el sueño omitió información relevante
para su interpretación. Soñaba que entraba
a una iglesia y había un predicador conocido y apreciado
por ella que compartía algo que no le terminaba de gustar; cuando
terminó la predicación, se acercó al predicador para saludarle, a quien seguidamente le cambió el rostro adoptando
una expresión fea y casi diabólica.
No viene al caso la interpretación de dicho
sueño, por eso no la revelaré, pero sí señalar que ella había omitido partes y
detalles del sueño; sin embargo, por
lo que contaba, pude desvelar las partes que omitía, y así lo hice notar, y
ello la impresionó mucho. Ella es de religión evangélica, por lo que pensaba
que obviaría que el púlpito y la iglesia serían de diseño evangélico, pero se quedó de piedra cuando
le dije que la iglesia
de su sueño era Católica, y el púlpito semejante al que normalmente
se ve en todas las catedrales e iglesias católicas de la geografía española y del resto
del mundo que conozco; y además el predicador
vestía las ropas típicas del sacerdote que oficia la misa en la
Iglesia Católica. Ella pensó, por sus prejuicios religiosos que, si contaba que
el sueño sucedía en una iglesia diferente a la de su confesión, yo le restaría credibilidad, pero por supuesto no fue así, y tampoco el sueño le
transmitía lo que ella pensaba o suponía. No aceptó
la interpretación que le di, se enfadó mucho y
estuvimos cuatro años con una relación un tanto distante, justo el tiempo que
tardó en realizarse lo que el mensaje de su sueño le transmitía. Sin embargo
tuvo la humildad y valentía de rectificar, pedir disculpas, y aceptar que las cosas habían sucedido tal
y como se le indicó en la interpretación de su sueño.
En el
subconsciente colectivo de nuestro país, la imagen onírica de una iglesia o
templo es la tradicional y dominante socialmente. Por eso entendí que en sus
imágenes oníricas la iglesia y el púlpito que aparecían no eran evangélicos,
sino católicos.
Tal como
hemos expuesto y confirmado con las Sagradas Escrituras, vemos y seguiremos
descubriendo que la interpretación de los sueños es un don de Dios.
Alfredo
Manzano
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