Cervantes y la Biblia
Por Alfredo Manzano
Don quijote y Sancho Panza, en la playa de Barcelona, con La montaña de
Montjuïc al fondo, van al encuentro del caballero de la Blanca luna.
Sueño
de Sancho Panza
«Yo
os digo, mujer —respondió Sancho—, que si no pensase antes de mucho tiempo
verme gobernador de una ínsula, aquí me caería muerto…»
Un político de cuyo nombre no quiero
acordarme dijo en una ocasión en un mitin en la Puerta del Sol, en Madrid:
“Nosotros tenemos sueños y trabajamos duro para realizarlos”.
Una vez más «Pablo Quijano» toma las
palabras y los sueños de líderes, y personas nobles y creyentes como Martin
Luther King. Este último tenía un gran
sueño; que los afro-americanos tuvieran la libertad, el derecho a opinar y
votar; como el resto de los norteamericanos blancos, y otros muchos derechos
civiles que les eran negados.
Tengo serias dudas de que los sueños de
«Don Pablo Quijano» sean de tan noble naturaleza. Intentaré explicar lo que
quiero decir de la forma más correcta, política y socialmente hablando, pero
para ser sincero diré que no tengo la más mínima duda de las insanas
intenciones de «Don Pablo Quijano».
Usando la simbología de los sueños, como él
hace, lo que se percibe con cierta nitidez en sus actos es el claro reflejo de lo que sueña, y se parece más bien a los sueños de un interesado
villano como Sancho Panza, buscando su ínsula para gobernar, sin importarle para
ello dejar a su mujer e hijos a la buena ventura de Dios, con tal de conseguir su
parcela de gobierno aunque solo sea la ínsula de la alcaldía de un Barrio.
El enfrentamiento de Don Quijote con el
caballero de la Blanca Luna termina con los sueños e ilusoria carrera de Don
Quijote, al tiempo que con el sueño de Sancho, «ser gobernador de una ínsula».
Intuyo que Don Pablo Quijano terminará
enfrentándose al poderoso caballero de la media
luna roja en Barcelona (el mismo lugar en que Don Quijote se enfrentó al
caballero de la Blanca Luna). Al final los independentistas catalanes —que no todos los catalanes—, pasarán del castellano como idioma
nacional al árabe y el catalán como lengua vernácula.
A los independentistas y a Don Pablo Quijano, les respalda un espíritu insano, al que le viene bien cualquier bandera, menos la del país que quiere gobernar, por ejemplo la estelada, una imitación cutre de la Cubana, e ignorando la Señera catalana que ha sido la estrella histórica de Cataluña. La ikurriña de Euskadi es otra imitación burda de la Británica de hace unos pocos años... En fin, hasta la bandera de la republica de Narnia le viene bien a don Pedro Sancho y Pablo Quijano, menos la bandera del país que pretende gobernar.
A los independentistas y a Don Pablo Quijano, les respalda un espíritu insano, al que le viene bien cualquier bandera, menos la del país que quiere gobernar, por ejemplo la estelada, una imitación cutre de la Cubana, e ignorando la Señera catalana que ha sido la estrella histórica de Cataluña. La ikurriña de Euskadi es otra imitación burda de la Británica de hace unos pocos años... En fin, hasta la bandera de la republica de Narnia le viene bien a don Pedro Sancho y Pablo Quijano, menos la bandera del país que pretende gobernar.
A este
espíritu torticero, le respalda además del Islán, un espíritu funesto disfrazado de monja con un
hiyab blanquinegro e hija de un Papa blanco y…, un gobierno en cuya bandera no
está impreso el símbolo de la cruz, ni el de la blanca luna, sino el de
la media luna roja, símbolo onírico de que todavía no les ha amanecido, de
oscuridad, de tinieblas. ¡Dios lo quiera…! ¡Ojala! Que los quijotes
españoles despierten de sus nobles e inocentes sueños, imbuidos de buenísmo,
recargados de letras, leyendas y liturgias carentes de sentido común, y nos
libre así mismo de los falsos quijotes que, de nobles nada de nada y de
intereses políticos y egoístas mucho... ¡Ojala! que los sanchos refraneros y
puñeteros despierten de sus cuentos de viejas, de su tradición de odio y
odiosa, de sus ambiciones egoístas por el funcionariado digital —de dedo—, para
vivir a costa de los demás, o del cuento; y que entiendan de una vez que no se
puede repartir permanentemente beneficios si no hay quien genere bienes. Que comprendan
que la realidad de la vida se enfrenta con fe, iniciativa, trabajo y gracia, que no
maliciosa suspicacia; y con la inteligencia y el conocimiento de Dios, el que
Dios nos da, no con la inteligencia congénita a los perversos como dice
Nietzsche; cuya religión está representada por la media luna, símbolo de oscuridad espiritual.
En ese ambiente se mueven sagazmente los depredadores, ellos representa el sueño de los psicópatas que les motiva no solo en la oscuridad de la noche sino entre los recovecos del día, escondidos en las sombras de sus dementes sueños.
Si se puede decir, “Visca Catalunya y
Gora Euskal Herria”=(Viva el país Vasco), y no está mal visto…? Por qué
tiene que estarlo decir «Viva España»… Pues entonces, ¡Que viva la Zarzuela!,
género musical español muy castizo, denominado el género chico, pero mucho más
bello y alegre que el género grande, (la Ópera)…, que ¡Viva la Zarzuela, digo! uno de las recetas gastronómicas más
exquisitas de nuestro país; y..., ¿ni siquiera teniendo en el palacio de la Zarzuela un rey
monárquico y una reina republicana está bien visto decir ¡Viva España!? Yo siempre diré: Dios guarde a España, porque
hay mucho depredador suelto, porque es mi país, porque la quiero, porque me
sale del alma.
-Bien creo yo, marido -replicó
Teresa mujer de Sancho-, que los escuderos andantes no comen el pan de balde; y así, quedaré
rogando a Nuestro Señor os saque presto de tanta mala ventura. (Esta
es la expresión de los simples votantes)
-Yo os digo, mujer —respondió Sancho—, que si no pensase antes de mucho tiempo verme gobernador de una ínsula, aquí me caería muerto… (Esta es la expresión, la actitud y el sueño de los que ambicionan el poder de los reinos de taifa).
-Yo os digo, mujer —respondió Sancho—, que si no pensase antes de mucho tiempo verme gobernador de una ínsula, aquí me caería muerto… (Esta es la expresión, la actitud y el sueño de los que ambicionan el poder de los reinos de taifa).
Pasajes del Quijote,
Alfredo Manzano La biblia y los sueños